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Azores -San Jorge

En la inmensidad azul del Atlántico, se ubica el archipiélago de las Azores, una tierra repleta de belleza natural y destacado destino para explorar. Nueve islas, nueve pequeños mundos, que tienen tanto en común como de diferente, pero en las que la todos sus habitantes comparten su simpatía. En el Grupo Central, las islas Terceira, San Jorge, Pico, Faial y Graciosa se disponen armoniosamente en el mar azul en el cual rondan ballenas y delfines que hacen las delicias de los visitantes. Terceira habla de la historia en sus fiestas y también en Angra do Heroísmo, catalogada como Patrimonio Mundial. Faial es el fresco azul de las hortensias, el puerto deportivo coloreado por las pinturas de los navegantes llegados de todo el mundo y el volcán de Capelinhos que, ahora inactivo, recuerda a un paisaje lunar. Enfrente, Pico, la montaña que nace del mar con sus viñedos plantados en negros campos de lava, un cultivo único que también está considerado Patrimonio de la Humanidad. En San Jorge, destacan las fajãs y su queso, especialidad única y de sabor inconfundible.  En el grupo occidental, en la isla de Flores, deslumbra la belleza de las cascadas naturales y de las lagunas excavadas por volcanes. Corvo, la isla miniatura, tiene en su centro una amplia y bella caldera y atrae a varias especies de aves venidas no solo del continente europeo sino también del americano. San Jorge es la isla de las escarpas, de los acantilados y de las fajãs, una de las más verdes del archipiélago de las Azores y el lugar perfecto para unas vacaciones en contacto con la naturaleza y el mar. Esta isla de 54 kilómetros de largo por 6,9 de anchura máxima pertenece al Grupo Central y es uno de los vértices de las llamadas “islas del triángulo”, junto con Faial y Pico, que queda a 18,5 km. Paisajísticamente salta a la vista el contraste entre la cordillera central, que atraviesa la isla casi a todo lo ancho, y la escarpada y recortada costa, salpicada por las típicas fajãs que se adentran en el mar. Las fajãs son pequeñas planicies que se originaron debido al corrimiento de tierras o de lava. En esta isla hay más de 40, por eso muchas veces se la llama isla de las fajãs. En algunos casos solo se puede acceder a ellas a pie, motivo por el cual los senderos son una de las mejores formas de descubrirlas. Existen caminos adecuados para distintas condiciones físicas y acompañamiento especializado. De Fajã da Caldeira do Santo Cristo, es la más famosa por sus sabrosas almejas; a Fajã dos Cubres se caracteriza por su cristalina laguna, y Fajã do Ouvidor, con sus piscinas naturales. Al pasear por la isla de São Jorge podremos admirar el terreno parcelado para la agricultura de subsistencia, las casas de piedra con ventanas de guillotina de tres hojas, las cascadas y los curiosos cables de acero que sirven para transportar la leña hasta las planicies costeras. Como complemento a todo este deslumbrante paisaje costero esta también el islote de Rosais y, a lo ancho de la punta oriental de la isla, el islote de Topo, lugar de nidificación de muchas aves marinas y donde se encuentran buenos ejemplares de la flora endémica de las Azores. Estos motivos, junto con su paisaje, le valieron la catalogación como reserva natural. En la altiplanicie central de la isla, a 1.053 m de altitud, se encuentra el punto más alto de San Jorge, el Pico da Esperança, desde el cual se disfrutan inolvidables panorámicas de la propia isla, vigilada de cerca por Pico, Graciosa, Terceira y Faial. La presencia en esta zona más alta, en un espacio que se extiende desde Pico do Areeiro a Pico das Caldeirinhas, pasando por los picos de Esperança y de Carvão y por Morro Pelado, de una vegetación endémica de gran valor botánico y científico llevó a la creación de tres reservas forestales naturales que adoptaron el nombre de esos cuatro picos. Los diferentes miradores diseminados por la isla, como por ejemplo el de Ribeira do Almeida, Fajã das Almas, de Urzes, Fajã dos Cubres y de Norte Pequeno, ofrecen vistas de indiscutible belleza. San Jorge se encuentra dividido en 2 municipios: el de Calheta y el de Velas. En Velas, el Portão de Mar recibe a los viajeros de los barcos que atracan en el puerto, dirigiéndolos hacia la placita central de la población, donde se pueden visitar la Iglesia Principal de San Jorge, con el Museo de Arte Sacro anexo, y la casa consistorial. Al pasar por Urzelina, la mirada se dirige a la torre de una iglesia aislada en el medio del paisaje, rodeada casi por completo por rocas negras. Se trata del único vestigio de la construcción original, que quedó enterrada por la erupción volcánica de 1808. En Manadas, cabe destacar uno de los ejemplos más interesantes de la arquitectura barroca en las Azores, la iglesia de Santa Bárbara (del siglo XVIII), con fachada blanca y negra, y un rico interior. Calheta y Topo son pintorescos puertos en los que destacan casas e iglesias seculares con muchas historias que contar, como la Iglesia de Santa Catalina, el Museo de São Jorge y la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario.

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